domingo, 29 de marzo de 2009

La izquierda mexicana en los 60 y 70 en México


La izquierda mexicana en los años 60 y 70 estará determinada por 3 grandes causales: La muerte de Stalin en 1953 y el proceso de desestalinización en la URSS en la segunda parte de los años 50, la Revolución cubana y el fracaso del Partido Comunista Mexicano en su responsabilidad en relación al movimiento ferrocarrilero de 1958.

Durante la época estalinista, el periodo de Dionisio Encinas estuvo marcado por el hecho de que el PCM estaba controlado totalmente por las directrices de Moscú. Desde los años 40, el movimiento obrero y popular en México había planteando la necesidad de tomar distancia del PRI, que respondía al ambiente anticomunista de la guerra fría y al esfuerzo de industrialización de la burguesía mexicana. Las respuestas habían sido en varios sectores, petroleros, maestros, mineros. El propio movimiento obrero había venido levantando la demanda de libertad sindical ante una situación precarea en época de auge. La actitud del gobierno siempre fue subordinar y sacrificar a los obreros en favor de una burguesía industrial mexicana que comenzó a consolidarse.


A finales de los años 40, el gobierno mexicano había definido la política del charrismo sindical, es decir, colocar a representantes sindicales corruptos, controlados por el gobierno y reprimir todo intento de que los trabajadores eligieran sus direcciones sindicales.

De León, al que le decían el charro, por su afición a la charrería, fue el modelo del líder venal que respondía al interés del gobierno en contra del propio interés de los trabajadores. Una casta burocrática sindical que se beneficiaba del control obrero y se veía premiado con su acceso a la clase política mediante su afiliación al Partido Revolucionario Institucional. Los líderes priístas se volvieron vitalicios, no respondiendo a las bases de trabajadores, las políticas de bienestar les permitieron sortear el descontento y establecer dominio en el movimiento obrero mexicano.

La persecusión contra la izquierda mexicana se incrementó, en el espionaje, los encarcelamientos y una política de agresión a los derechos civiles de los ciudadanos. Se utilizó el artículo 145 y 145 bis del código penal mexicano, para acusar a los comunistas de disolución social y enviarlos a la cárcel de la manera más arbitraria

La historia mexicana de la posguerra es una secuencia de represión y violencia en contra del movimiento obrero. Al charrazo al movimiento ferrocarrilero en los 40, siguió la represión a los mineros en los 50. Los minero realizaron una marcha desde Nueva rosita, muy cerca de Pasta de Conchos, hasta la Ciudad de México, conocida como la marcha del hambre. Una conmovedora movilización popular cuyas demandas fueron aplastadas por el Presidente Adolfo Ruiz Cortines.

La izquierda vivió en condiciones muy duras la acción militante dentro del movimiento obrero, entre los años 50 y 60 se replegaron a las universidades, cuya autonomía y desinterés del gobierno, constituyeron un buen baluarte frente a la represión. Poco a poco fueron desplazando la influencia de la derecha en la universidad y particularmente del Partido Acción Nacional, que se encontraba en las mismas.

La propia izquierda, cuyos avatares habían llevado a la expulsión del partido a personajes como Valentín Campa y otros. En los 50 se creó un nuevo partido de izquierda el Partido Obrero Campesino de México, partido en el que militó el líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo.


Pero el impacto de movimiento ferrocarrilero se conjuntó sobre todo con la muerte de Stalin y el proceso de desestalinización. A finales de los 50, se dio a conocer el mensaje secreto de N. Kruchev, que daba cuenta de los crímenes de Stalin. El proceso de renovación que trajo movió particularmente a los militantes en México, desde dentro del PCM, se movieron tres tendencias. Una que se dirigió al electorialismo, encabezado por Arnolodo Martínez Verdugo; Revueltas y Rousset Banda encabezaron el espartaquismo, se orientaba básicamente a remarcar la necesidad de construcción del partido mexicano del proletariado en México, para ello era necesario hacer trabajo en el seno del proletariado mexicano. Esta tendencia se dividió después en la Liga Leninista Espartaco que se transformó en la Liga Comunista Espartaco y por el otro la la Asociación Revolucionaria Espartaco que derivó en el Partido Mexicano del Proletariado.

La Revolución cubana era la demostración de como un movimiento revolucionario minoritario, había logrado contagiar al conjunto de la población y tomar el poder. La teoría llamada "foco guerrillero" cambió en algunos la percepción sobre si lo que se requería era un Partido Revolucionario, o un grupo decidido de hombres que transformara el "foco guerrillero" en una insurreción. También encendió una ola de nacionalismo latinoamericano. La defensa de los países en contra del imperialismo. Ello motivó la reunión tricontinental y la Organización Latinoamericana de Solidardad. (OLAS) En México, cobijado por el cardenismo, se formó el Movimiento de Liberación Nacional.


El Estado mexicano había apoyado a Fidel Castro en su insurrección, el cardenismo en parrticular había colaborado no sólo en el entrenamiento, sino en la defensa cuando habían sido descubiertos. Cárdenas terminó abandonando el MLN a su suerte y el Estado mexicano lo repirmió.

Dentro del PPS, dirigentes locales de Chihuahua de la UGOCM se habían enfrentado con caciques locales con la indiferencia y colaboración del gobernador Gini en favor de los caciques. Los dirigentes Arturo Gamiz y Pablo Gómez solicitaron apoyo de los cubanos, que se les fue negada y por sí solos impulsaron una serie de reuniones que se denominaron "Encuentros en la Sierra", a partir de ellos decidieron la "autodefensa" y el "foco guerrillero", formando la primera guerrilla socialista mexicana, el Grupo Popular Guerrillero. Dicho grupo terminaría asaltando el cuartel militar de Madera, en el estado de Chihuahua.



Años antes, el gobierno había asesinado al dirigente zapatista de Morelos, Rubén Jaramillo, el gobierno asesinó en Xochicalco al dirigente y a toda su familia, incluyedo a su mujer que se encontraba embarazada y a sus hijos, menores de edad.

Estas grandes tendencias incidirían en el proceso de democratización del Estado, en la década de los 80 y 90.

La segunda parte de los 60 la publicaremos en la siguiente entrega

sábado, 14 de marzo de 2009

La izquierda mexicana entre los 40 y 50

La izquierda de los años 40 a los años 60, supuso el paso de una fuerza de apoyo al cardenismo y a la consigna del Frente Popular a una fuerza mínima de oposición al gobierno del flamante Partido Revolucionario Institucional.



La izquierda tuvo varias expresiones, unas más conocidas, otras menos. La acción de Vicente Lombardo Toledano como "embajador" indirecto de la URSS en México, incluso por encima del propio Partido Comunista Mexicano. El PCM que había colaborado con el gobierno y a veces en contra de él en la organización campesina con las Ligas de Resistencia Agraria de Úrsulo Galván y también en el reparto agrario.


Sin el PCM sería impensable la organización campesina en Veracruz y en la Laguna. Pero el PRM terminó apoderándose y conduciendo las organizaciones campesinas siempre a su favor.


Tampoco sería pensable la organización del sindicato petrolero en la propia estrategia cardenista de la nacionalización en 1938. Es sabido que Cárdenas se reunió con la dirección nacional del PCM para confiarles la organización y el impulso del sindicato petrolero nacional.


La política de "Unidad a toda costa" y la influecia del browderismo en México, es decir la esperanza de que el desarrollo norteamericano acelerse el propio desarrollo de las "fuerzas productivas" latinoamericanas terminó por enviar al PCM a la cola del gobierno nacional a incios de los 40 con el gobierno de Ávila Camacho.


Las corrientes comunistas críticas aparecerían en los años 40 de manera no oficial. El trotskismo mexicano con la Liga y la corriente de la Grupo de Trabajadores Marxistas de México, con influencias significativas del Partido Obrero Comunista Alemán y la izquierda comunista italiana (bordiguista). Los miembros de la izquierda comunista marxista se contraponían no sólo al estalinismo, también a la idea de que el fortalecimiento del Estado era la vía del fortalecimiento de la lucha por el socialismo. Rechazaron el apopyo incindicional a la nacionalización petrolera en 1938, porque presagiaron el control del Estado sobre los obreros y el dominio ideológico del Estado a través del nacionalismo.


Declaraban en el núm. 2 de la revista Comunismo:


"¿Por qué... [...]...'nacionalización' no significa de ninguna manera propiedad
de la 'nación' sino única y exclusivamente propiedad del ESTADO, es decir
propiedad de una parte de la 'nación': LA BURGUESÍA cuyo instrumento es el
Estado? [...] ...con la 'nacionalización' la propiedad pasa simplemente de
capitalistas individuales añ 'capitalista colectivo' (para usar la frase de
Engels) es decir el Estado de los capitalistas? "

La influencia de la Liga de los trotskistas y del GTMM era insignificante frente al propio crecimiento que había tenido el PCM en los 30 y desde luego al demoledor control político y diplomático que ejercía el cardenismo en torno a ellos.


Al finalizar los años 50, la alianza con el gobierno y la errada política de "Unidad Nacional" seguida por el PCM terminó por darle la puntilla a la izquierda en ese periodo. El propio gobierno viraría a la derecha en los gobiernos siguientes de Ávila Camacho, Miguel Alemán y Adolfo Ruíz Corttines. Aparecería el el escenario un elemento más: el anticomunismo y su expresión más evidente en la guerra fría, la política alemanista llamada mexicanización que implicaba el ataque contra toda doctrina que el gobierno mexicano que no se distinguía mucho por su criterio consideraba "extranjerizante".


La izquierda mexicana perdió en definitiva la influencia en la Confederación de Trabajadores de México y pasó de un papel "protagónico" en la alianza con el Estado a ser grupúsculos con escasa influencia en la política nacional. El propio Lombardo Toledano tuvo que fundar un partido propio para sostener su actividad. El Partido Popular que más tarde se llamó Partido Popular Socialista, cuyo registro contribuyó a la legitimidad electoral del Estado en la época del monopolio del partido oficial. PAN, PRI, PARM y PPS fueron el régimen político con el cuál el Estado mexicano mantuvo su legitimidad.



La izquierda no podía mantener esta situación si no quería desaparecer defintivamente como opción política en nuestro país, el problema es que en los 40 había sido desplazado Hernán Laborde y Dionisio Encinas que era un verdadero analfabeta y títere de la URSS, no tenía la posibilidad de incidir en las luchas más allá de las propias consignas con la que la embajada de la URSS en México se imponía.


La Expulsión de Laborde y Valentín Campa llevó a la creación de una de las posibilidades independientes en el país. El Partido Obrero Campesino de México, el POCM y más tarde el esparaquismo en los años 60. La acción jamás dependió de la relación del PCM y el gobierno, menos cuando el propio PCM fue marginado del régimen. La izquierda social en México siguió el curso de las luchas obreras entre finales de los años 40 y finales de los 50, cuando el movimiento ferrocarrilero de 1958 cuestionó y corroboró en definitiva la existencia histórico del Partido Comunista en México.




Vale la pena hablar de la izquierda social en este periodo.





domingo, 1 de marzo de 2009

George Orwell y su antiestalinismo





"Doce voces estaban gritando enfurecidas, y eran todas iguales. No existía duda ahora de lo que sucediera a las caras de los cerdos. Los animales de afuera miraron del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y nuevamente del cerdo al hombre; pero ya era imposible discernir quién era quién"


George Orwell. La rebelión en la Granja (1)



Es curioso que algunos confunda a Orwell con un anticomunista o que los anarquistas lo asocien a un pensamiento ácrata. La explicación de porqué Orwell se vuelve reacio a las corrientes de burocratización se explica en la propia tradición del pensamiento socialista de los años 30 y particularmente en las críticas del socialismo a la burocratización socialdemócrata. Orwell padeció la persecusión del gobierno británico.



Orwell no parece ser ni antibolchevique, ni anti leninista, sino antiestalinista. Militó en los hechos en las brigadas internacionales, al lado del Partido Obrero Unificado Marxista en la guerra civil española. Por lo que a Orwell no puede considerarsele un anticomunista de ninguna manera.



La burocratización y el elevar élites de hombres por encima de los demás no es sólo una preocupación anarquista, el pensamiento autogestionario también tiene vertientes marxistas. El marxismo, como hemos establecido aquí no ha sido homogéneo, responde fundamentalmente al desarrollo del propio sistema capitalista y expresa también sus contradicciones.



Entre las vertientes de crítica a la burocratización estalinista y a su autoritarismo, tenemos no sólo a los anarquistas, están también los trostkistas, la sociología socialista con Robert Michels y también las diferentes corrientes de la izquierda comunista como Karl Körsch, Anton Pannekoek, Paul Mattick y otros, que no compartieron el hecho de que una élite suplante a los trabajadores en el poder y en contra de ellos mismos. Así lo crítica al estalinismo proviene del pensamiento socialista mismo.



Los planteamientos más recientes pertenecen a John Holloway quién nos plantea que la masa no debe destruir y sustituir el aparato antiguo del poder, de una manera instrumentalista, sino construirlo desde abajo. Es decir comenzar una construcción outsider del poder, fuera de las instituciones que configuran el poder mismo y en contra de los intereses de las clases políticas. Estas ideas inspiraron al zapatismo y la formación de poderes alternos como los caracoles. Sin embargo, las consecuencias que tuvo Atenco, la represión en Oaxaca, nos dicen como el poder impedirá que cualquier poder independiente al suyo será atacado por la violencia.



En México la izquierda no ha podido resolver la difícile ecuación de si marcha por la vía social o por la vía electoral, para otras izquierdas como la boliviana, no es excluyente, para los mexicanos parece que sí.


En México tenemos entonces un avance de la derecha en todos los aparatos, el parlamento, los jueces, el ejecutivo, la izquierda probablemente quedará marginada en el proximo proceso electoral, a pesar del desplazamiento de la derecha por el centro, el PRI. Si bien la izquierda no llegó electoralmente, parte de ese descalabro fueron los llamados de sectores sociales de ella misma a no apoyar al movimiento amloísta. Los resultados de esta acción los tenemos en la manera tan prepotente como la derecha mexicana aplastó Oaxaca y posteriormente ha venido revirtiendo todo cuanto derechos laborales, humanos han tenido en sus manos los miembros de las instituciones mexicanas, todo para arriba y nada para abajo.



El PRI, que poco o nada ha hecho para mostrarnos un cambio real, como diría Lorenzo Meyer, es ahora el beneficiario de un incremento de intención de voto por el que no trabajó, simplemente se quedó inmovil para recibirlo en bandeja de plata. La salida en México no fue ni siquiera como la norteamericana, con un cambio radical de política, sino que la gente elegirá a quienes ni siquiera han tenido que demostrarles nada para favorecerlos.



Recordemos que tras el golpe a las pensiones de los trabajadores y la especulación de su dinero se encuentran los votos priístas, que tras los cobros excesivos de impuestos que sufren los asalariados, se encuentra ese PRI por el que votarán en 2009, que los priístas fueron los que aplastaron a los de Atenco, y también a los oaxaqueños. El PRI sin embargo, recibirá en premio el voto del hartazgo del electorado.



Cierto es que hoy la discusión es si votamos o no, también si el no hacer nada cambiarán poco las cosas. Voltear a América Latina, para acabar con mitos y especulaciones. Argentina, Chile, Boliva y Venezuela no tienen regímenes libertarios, tampoco el Brasil de Lula, pero ellos crecen económicamente al triple de nosotros, porqué han sabido sacudirse el modelito impuesto por el consenso de Washington. La ciudadanización y la construcción del poder desde abajo, sirve poco si no contrapesamos a los de arriba, esa es la ecuación que no hemos sabido resolver.



Orwell se vuelve vigente siempre cuando nos preguntamos ¿A quién encumbramos o a quién dejamos que se encumbren? Si somos incapaces de incidir en las decisiones del poder, seremos responsables de lo que suceda con nosotros.


(1) Orwell G.Rebelión en la Granja. México Ediciones Antorcha 1983 p. 159