sábado, 15 de noviembre de 2008

La Alternancia democrática.Una asignatura pendiente entre la izquierda y la derecha mexicana,





Gómez Pedraza ganó las elecciones y Vicente Guerrero no respetó el triunfo, la consolidación del sistema de alternancia y legitimidad de las suceciones, materia reprobada por el liberalismo mexicano.

La desastroza destrucción novohispana y los obstáculos de armoniizar regiones y centralismo.

La imposibilidad de construir instituciones republicanas y el caudillismo como elemento de estabilidad.

Las logias masónicas no son industrias malevolas de la maldad, son simple y llanamente formas de organización del liberalismo político. Después de la derrota del monarquismo, la República eligió a Guadalupe Victoria (Félix Fernández) en la Presidencia de la República y se redactó la primera Constitución en 1824.

El país enfrentó la bancarrota de la Hacienda pública y la Deuda Externa. La debilidad del gobierno, la destucción del Estado colonial y el proceso de fragmentación política del país. La primera prueba de construcción de los bandos políticos en la posibilidad de un Estado fue echada a tierra por la elección en sucesión del nuevo presidente

Las elecciones dieron como ganador a Manuel Gómez Pedraza, quién le ganó la Presidencia a Vicente Guerrero. Manuel Gómez Pedraza había sido un realista que participó en la captura y asesinato de José María Morelos y Pavón. Su ideología eminentemente conservadora no dio satisfacción al bando radical de la independencia que comenzaba a organizarse en una nueva logía, la logia yorkina inspirada en el liberalismo norteamericano. El proceso no fue respetado, por lo que se renunció a la alternancia pacífica del poder y la sublevación dio paso al proceso pacífico, para al final derrocar a Manuel Gómez Pedraza como presidente legítimo.

Vicente Guerrero asumió la Presidencia del país. Sin embargo, la violencia con la que derribó a Gómez Pedraza abrió un periodo de cuartelazos, planes, pronunciamientos que distaban de la construcción de un sistema político estable que permitiera la construcción de un Estado necesario para la estabilidad nacional.

La Constitución de 1824 fue un texto en el papel cuya aplicación se dificultaba, pues a pesar de declararse federalista, la framentación de los intereses regionales y la falta de ejercicio de un pacto autéticamente federal comenzaron a desmoronar al país.

Ante la inestabilidad de la primera mitad del siglo XIX, el peligro de intervenciones como la de Isidro Barradas, que intentaban recuperar para España el territorio, la separación temprana de Centro América, la República conoció momentos de alternada estabilidad basada en el exito del caudillo, la imagen de Santa Ana pesaba ante la insuficiencia de las instituciones y de la posibilidad de un régimen político que alternara pacíficamente el poder.

Antonio López de Santa Ana es el resultado de la ausencia de instituciones liberales fuertes, el rezago colonial que tenía el país por la destrucción económica y social heredada de la guerra de independencia y de la imposibilidad de un sistema político basado en la elección y la trasmisión pacífica del poder. La guerra de facciones, la violencia política de un sector contra otro, Guerrero sería derribado por pronunciamientos conservadores y asesinado, impidieron que el país transitara hacia un régimen político estable.

El caudillosmo de Santa Ana, tampoco fue la solución del país, en la década de los 30 del siglo XIX se separaron los texanos y los yucatecos, el país sufrió la invasión norteamericana que despojó al país de enormes extensiones de su terriotorio.

Fue precisamente la invasión estadounidense la que sacudió a los políticos y a los intelectuales en su momento. El país tenía un destino incierto, Lucas Alamán lo diría de una manera lapidaria: Seríamos víctimas de los bárbaros o los extanjeros.

La crisis de carencia de Estado, movió después de 1847 al liberalismo mexicano a un consenso por el cambio. José María Luis Mora estableció que sin una Constitución Política real, la posibilidad de modernización del país y el país mismo serían imposibles.

Del lado Conservador Lucas Alamán decía claramente que la única posibilidad que tenía el país era la industrialización. Frente a la falta de un régimen de sucesión pacífica del poder, proponía traer a un monarca extranjero que estableciese una dinastía que todos respetaran.

Conservadores y Liberales no eran necesariamente dos bandos como los jacobinos y los girondinos en un primer momento. Más bien coincidían en la necesidad del cambio liberal del país, pero no se ponían de acuerdo en la velocidad con la cual esos cambios debían producirse. La manera como se debía transformar la intervención de la Iglesia, su separación de la vida pública y la creación del Estado laico.

Ambas tendencias temían a las masas, 1848 había producido un pensamiento conservador que propugnaba por el gradualismo, el pensamiento del francés Bemjamin Constant. Recordemos que 1848 en Francia es el año de la rebelón liberal generalizada que restaura la República francesa, pero es el surgimiento de un nuevo actor social, la clase obrera.

No obstante las diferencias en los tiempos y los cambios, existió un consenso común, se requería la construcción de un marco constitucional y tomar medidas para hacer los cambios pertinentes. Pero había un obstáculo, Santa Ana, que pretendía erigirse en Monarca constitucional y había establecido una dictadura contra cualquier posibilidad de cambio.

La Izquierda y la derecha liberal de nuestro país empujaron el cambio, como lo harían en el siglo XX entre 1996y 1997 con la Reforma político del marco electoral. La lección es muy clara, no se trata de suprimir al bando contrario, sino de dar al país lo que necesita. Esta necesidad no puede confundirse con las pretensiones de los bandos.

Por eso la salida a la crisis de la carencia del Estado en la primera mitad del siglo XX, fue la REVOLUCIÓN DE AYUTLA y la instalación del Congreso Constituyente de 1856-1857. La rebelión encabezada por Juan Álvarez, fue la expresión de un sentir consensado entre izquierdas y derechas en ese momento.

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